Este post fue migrado de un blog hecho con Wordpress. Si se ve mal, dejame un comentario y lo arreglo.

Hoy, casi de noche. Estaba fresco pero me había abrigado. Caminé por la peatonal de Santa Fe haciendo tiempo, paseando un rato. Entré a la librería sin nada en mente, revisé las mesas con los títulos nuevos, pasé la mano por algunas letras de model. Llegué a la estantería con las obras completas de Borges y leí un poema al azar. Al costado, en un anaquel, las novelas de Claudia Piñeiro. La única que no leí es la última que publicó, Una suerte pequeña. La tomo y ya se que voy a comprarla, leo el primer párrafo y ya se me creo esa necesidad de leerla. Empiezo a leer el primer capítulo ahí, parado en la intersección entre dos pasillos. Recibo un mensaje, tengo que ponerme en camino. Voy hasta la caja sin soltarlo. "Me podés decir el precio de este (libro)", digo tratando de disimular mi ansiedad, como un chico que no quiere que la chica se de cuenta que le gusta. "Si es 150 o menos me lo llevo". "200", me responde. "Bueno, lo llevo".
Me pasa con algunos autores, una vez que leo uno de sus libros, tengo que leerlos todos.
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