Xolopes #68

Este post fue migrado de un blog hecho con Wordpress. Si se ve mal, dejame un comentario y lo arreglo.

—¿A dónde va, buen hombre? —le habló con una voz dulce y seductora.

La mujer se encontraba sentada bajo un frondoso árbol que él no

conocía. Tenía cabellos largos y negros y una flor espinosa peinada entre ellos. Sus labios eran gruesos y su tez cobriza. Sus ojos eran negros y profundos y su belleza no tenía igual. Lo miró con firmeza y le extendió la mano.

El hombre, dócil, esclavo, falto de voluntad, caminó como hipnotizado hasta los brazos de la hermosa mujer que lo llamaba. Bajo la sombra de ese árbol lo acarició y lo besó. Luego empezó a desvestirlo. Incapaz de oponer cualquier resistencia frente a los favores que la mujer le proporcionaba, el hombre no se dio cuenta que la violencia del ritual iba en aumento. Las caricias se convirtieron en arañazos, pero las uñas clavadas en su carne le daban igual o más placer. Los besos se convirtieron en mordiscos, pero su excitación iba en aumento. Ninguno de los dos se podía contener y los gritos eran como de animales apareándose. La mujer lo mordía, pero él también hacía lo suyo. Podía sentir el sabor a sangre en su boca, transpiración, pelos. Garras, pezuñas, aullidos.

Este texto es parte de la novela Xolopes. En pre-venta en este blog.

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