El otro espejo - cuento
Este post fue migrado de un blog hecho con Wordpress. Si se ve mal, dejame un comentario y lo arreglo.
El otro espejo
Con un movimiento de muñeca me acomodo la corbata, mientras asomado al espejo me regalo a mí mismo una sonrisa. La afeitada no está como la de la propaganda pero va a tener que servir. No estoy seguro para qué me preparo tanto. Ropa nueva, colonia, debe ser alguna cuestión importante. Importante o una visita al médico. Uno siempre se arregla para ir al médico. La verdad, ahora que lo pienso, me extraña no saber a dónde estoy por ir.
Últimamente me estoy sintiendo extraño. Por un lado está el tema de los recuerdos del pasado. Son muy vagos y en ocasiones se mezclan. Luego están las cuestiones relacionadas a mis planes futuros. Es como si viviera en una especie de limbo. Debe ser por el mucho trabajo que estoy teniendo. Mejor no preocuparse. No preocuparse... en otras circunstancias tal vez podría, pero ahora no. Algo aún más perturbante que desconocer el pasado y no vislumbrar el futuro es lo que me pasa en el presente. Cada tanto siento como desmayos muy profundos. Es como si me quedara tirado, por horas, para luego resurgir, totalmente despierto.
Se volvió a mirar al espejo, pero ahora su ropa era distinta. Calzoncillos largos y una camiseta blanca conformaban su ropaje. Ahí estaban otra vez las lagunas y las migrañas. No recordaba haber salido ni haber vuelto. Ni siquiera se había dado cuenta de que había pasado tanto tiempo. Ya era de noche. Santo Dios, ni siquiera recordaba haberse puesto su ropa de cama.
Mientras se miraba en el cristal una idea descolgada le llegó. Pensó que muchos habían escrito sobre los espejos. A Borges le aterraban y Galeano incluso llenó un libro con ellos. También estaba ese cuento, Consuelo, primer premio en el Certamen Literario para adolescentes “El Puente 2010”, en Santa Fe. Predecible. Todos los cuentos sobre espejos son predecibles.
Ahora estaba frente al espejo afeitándose. Espuma, el metal contra su piel. Alguna gota de sangre. Se enjuagó el rostro y lo secó. Luego, mientras se alejaba, y en el preciso momento en que desaparecía del reflejo, se desvaneció.
Del otro lado del espejo, su alter ego Juanjo Conti, sale del baño tranquilo y toma el desayuno. Ni se imagina que en un mundo paralelo, pero igual de real al suyo, su otro yo seguirá desmayándose y despertando. Muriéndose y resucitando. Cada vez que el verdadero él, desde el lado correcto del espejo, deja el reflejo para ir a vivir su vida.
Comentarios
Comments powered by Disqus