El paquete de galletitas
Este post fue migrado de un blog hecho con Wordpress. Si se ve mal, dejame un comentario y lo arreglo.
Ayer me desperté en Santa Fe y me acosté en Carlos Pellegrini, hoy me levanté en Pellegrini y me voy a acostar en Santa Fe. En el medio comí un asado, vi a un primo que no veía hacía mucho, miré una película y vendí diarios.
En uno de los diarios leí esta historia, ya la había leido, sin embargo volvió a causarme la misma gracia que la primer vez. Además de ser risueña deja una enseñanza, asi que la comparto con Uds.
El paquete de galletitas
Una noche estaba una chica en un aeropuerto esperando antes de que partiera su próximo vuelo. Como tenía que esperar varias horas compró un libro y un paquete de galletitas para pasar el tiempo.
Buscó un asiento y se sentó a esperar. Estaba muy absorta leyendo su libro, cuando de repente notó que el joven que se había sentado frente a ella estiraba la mano, con mucha frescura agarraba despreocupadamente del paquete de galletas que estaba entre ellos y comenzaba a comérselas, una a una. No queriendo hacer una escena ella trató de ignorarlo.
Un poco molesta la chica comía las glletitas y miraba el reloj, mientras que el joven ladrón de galletitas, sin vergüenza casi también se las estaba acabando.
La chica se empezó a irritar más y pensó para sí misma:
"Si no fuese yo tan buena y educada, ya le hubiera dejado un moretón en el ojo a este atrevido"
Cada vez que ella comía una galleta, él también comía otra. El diálogo de sus miradas continuó y cuando sólo quedaba una, se preguntó que haría él.
Con suavidad y con una sonrisa nerviosa, el joven alargó la mano, tomó la última galleta, la partió en dos y le ofreció una mitad a la chica mientras él comía la otra.
Ella tomó la media galleta bruscamente de su mano y pensó:
¡Qué hombre más insolente! ¡Qué mal educado! ¡Ni siquiera me dió las gracias!
Suspiró con ansias cuando su vuelo fue anunciado. Tomó sus maletas y se dirigió a la puerta de embarque rehusándose a mirar en dirección donde estaba sentado aquel ladrón ingrato.
Después de haber abordado el avión y estar sentada confortablemente, buscó otra vez su libro que ya casi había terminado de leer.
Al buscar su libro dentro su bolsa se quedó totalmente sorprendida cuando encontró su paquete de galletas casi intacto.
La reflexión queda a cargo del lector.
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